¿Entre el Catolicismo y el Romanismo realmente existen diferencias?
La historia del cristianismo es una disciplina que nos ayuda a comprender el origen, el desarrollo y la diversidad en unidad de la fe cristiana a lo largo de los siglos. En primer lugar, debemos dejar establecido que la palabra "católico" significa algo que está disperso por todo el mundo, que no se limita a ningún país o región, y que siempre ha existido y nunca dejará de existir; por lo cual se usa para describir a la verdadera iglesia cristiana histórica universal o para describir a personas que son verdaderos cristianos; por eso también la iglesia romana contradictoriamente se denomina católica a sí misma.
Estudiar la historia del cristianismo nos permite conocer y conservar las sanas tradiciones católicas o universales que han sido transmitidas por los apóstoles y los padres de la iglesia, y que han sido reconocidas por todos los cristianos ortodoxos de todas las épocas y lugares. Algunas de estas tradiciones son el bautismo de infantes, el Credo Apostólico, la Oración del Señor o Padrenuestro, el canon de las Escrituras (excepto los apócrifos o deuterocanónicos), los concilios ecuménicos (los cuales son llamados así porque trataron doctrinas fundamentales del cristianismo que son comunes a cualquier iglesia cristiana verdadera independientemente de su denominación) y los símbolos de la fe.
Estas tradiciones no son meras costumbres humanas, sino que reflejan las verdades esenciales del evangelio y la doctrina cristiana. Estas tradiciones nos unen como una sola familia en Cristo, más allá de nuestras diferencias denominacionales o culturales. Estas tradiciones nos ayudan a mantenernos fieles a la Palabra de Dios y a evitar caer en el error o la apostasía.
Además, estudiar la historia del cristianismo también nos permite rechazar el romanismo con todas sus herejías, idolatrías e invenciones que no se someten a la Biblia como única fuente de autoridad divina para la Iglesia. El romanismo es el sistema religioso y político que se ha desarrollado en torno a la iglesia de Roma y que pretende ser la única iglesia verdadera y universal. El romanismo ha añadido al evangelio muchas doctrinas y prácticas que contradicen o distorsionan la revelación bíblica, tales como el papado, la infalibilidad papal, el purgatorio, el culto a la Santa Virgen María, la transubstanciación, el celibato clerical, las indulgencias, el culto a los santos y las reliquias, etc.
Estas doctrinas y prácticas no tienen fundamento en las Escrituras ni en la tradición apostólica, sino que son fruto de la corrupción humana, del sincretismo pagano y de la ambición de poder. Estas doctrinas y prácticas han causado mucho daño a la iglesia y al mundo, al alejar a las personas de Cristo y de su gracia. Estas doctrinas y prácticas han sido denunciadas por muchos reformadores y mártires que han defendido la verdad del evangelio frente al engaño del romanismo.
Por eso, como verdaderos cristianos que amamos a Dios y a su Palabra, debemos estudiar la historia del cristianismo para conocer y conservar las sanas tradiciones católicas que nos identifican como parte del cuerpo de Cristo, pero también para rechazar el romanismo con todas sus herejías, idolatrías e invenciones que nos separan de Cristo y de su Palabra.
